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Actuar el desconocimiento personal.

  • Writer: Aquilino Rizoma
    Aquilino Rizoma
  • Nov 6, 2018
  • 4 min read

Una de las cosas que más trabajo me ha llevado es aprender a integrar lo que inició de forma intuitiva. Eso que empiezo por un brote de compenetración con lo intangible he tenido que ir poco a poco incorporándolo a mi cotidianidad, para que no se pierda.


Autorretrato

Un día decidí traer a mí los aprendizajes que quería actuar. De ese día en adelante cada vez que «pensaba» en alguna de esas cosas la actuaba. Eventualmente creé unos apuntes donde marcaba ejercicios que llamé ejercicios rizomáticos.


Rizomáticos viene de rizoma. Incorporar el rizoma implicaba romper con la lógica espaciotemporal que nos construye en base a un principio y a un fin, también es una forma de romper la importancia de los centros desparramando preponderancia en cualquier arista. Básicamente se trataba de rizomatizar el ego.


Rizomatizar el ego implica destruir la identidad de la memoria. No deconstruirla, ni adornarla sino destruirla. Una vez que se ha destruido se pueden construir otras narraciones, lo que permite apropiarnos de la consciencia que cohabita la corporalidad.


La consciencia es una creación, es como un ejercicio artístico, por eso mismo puede ser liberadora o puede estar amarrada al control de quienes la han manipulado. Una vez creada la obra no pertenece a nadie sino a ella misma, ahí la obra puede adquirir potencias nuevas; como sucede también con la consciencia.


Ahora bien, la potencialidad de una consciencia puede abrazar la luz o puede abrazar la oscuridad, tampoco son mutuamente excluyentes, pero el ser que engendra la consciencia puede elegir, esa elección es un tratado de ética.


La ética no es una fumada filosófica. La ética es otra manera de entender el oxígeno. Sin ética la humanidad dejará de existir. Cabe recordar que la humanidad no es el mundo. El fin de la humanidad no es el fin del mundo. El mundo puede seguir existiendo sin ética, desplazándose a su ritmo por el universo en expansión.


Si conectamos estas ideas finales con el inicio podríamos pensar que nuestra especie puede vivir en mayor armonía con todo el sistema ecológico del planeta que conocemos si destruimos la identidad humana, siendo que esa identidad humana está unida a una historia de destrucción planetaria, de aniquilación masiva. Para destruir esa identidad a nivel social puede funcionar desidentificarse como persona del ego.


La manera de desidentificarse del ego es exaltando en la construcción narrativa de nuestra identidad el carácter de ficción que le es inherente a su creación. Para desidentificarnos del ego hay que aprender a sentipensar, hay que descubrirnos como unión de pensamientos que surgen sin símbolos, pensamientos que nacen en las distintas partes de nuestras corporalidades hasta incorporar las sensaciones mismas como pensamientos. De este modo se puede vislumbrar una conexión irracional entre las singularidades que sentipiensan, rompiendo la barrera del ego humano. La conexión dejaría de ser entre nociones de igualdad creadas bajo la ficción y se daría lugar a una conexión desde la absoluta soledad que permite ver la máxima de la diversidad atravesando todo lo existente. Todo esencialismo humano se quebraría en su afán de generar una mónada suprema existencial.


De hecho, el principio del existencialismo que se ve consumido por el humanismo nace de que la consciencia piensa en la limitación del ego cuando se pregunta por su existencia. ¿Soy? Es una pregunta que nace del saber que el ego es una ficción, y el terror a soltar la ficción es lo que hace que se abrace con más fuerza la identidad en medio de la crisis existencial. Pero ese abrazo es netamente racional. Es un abrazo que se fuerza con la mente humana, la mente que se esmera en llamarse humana, en pertenecer a una rama histórica que le dará la respuesta absoluta a la pregunta del ser.


Lo que hace que el conflicto se convierta en una pesadilla es que el pensamiento de nuestra especie es más allá de la razón, la mente es más allá del ego, las sensaciones son más allá de las palabras. El ego establecido como mónada suprema existencial es una enfermedad existencial, y el gran trauma del ego es que se sabe a sí mismo una enfermedad y por eso esa mónada suprema busca encerrarse creando sus propios límites para enquistarse como un patrón energético en el universo y seguir volviendo a «la vida» como un deja vu, un loop infinito de patrones de pensamientos enquistados. El ego es la base central de la representación que tenemos cuando pensamos en los fantasmas o las almas en pena.


La consciencia cuando se reconoce en el disfrute material descubre el miedo al cambio, a la transformación, al final momentáneo. La consciencia es libre de ser ella misma, y ella misma decidió enquistarse en el ego, lo que ha devenido, como muestra de lo que marcamos, en las sociedades ficción que cada vez se especializan más en limitar y encerrar lo existente. Pero lo existente está en conexión con todo y no sólo con la ficción que construye el ego. Es así como intuitivamente sentimos que un territorio excede los límites de una bandera, también sabemos que la ética excede los prejuicios de la moral y que la consciencia excede los límites del ego.


En los ejercicios rizomáticos busco contactar con la conciencia por fuera de los límites del ego, que es esa compenetración con lo intangible que se catapulta en la intuición antes de que lo intuido sea puesto en palabras. El incorporar al día a día, y por tanto el actuar, lo intuido antes de ser puesto en palabras es el punto clave del actuar rizomático.


 

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