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¿Quién eres?

  • Writer: Aquilino Rizoma
    Aquilino Rizoma
  • Aug 31, 2018
  • 2 min read

La pregunta, ¿Quién eres? Parte de la suposición de una posible respuesta que haga sentido.

Una captura editada de la oruga de la película de Alicia en el País de las Maravillas de 1951 - Disney

Esa pregunta en humo en Alicia en el País de las Maravillas ha sido una de las imágenes que más me han impactado desde que tengo memoria. Letras que van y vienen formando palabras y siendo parte de oraciones. «¿Quién eres?» escrito en humo, en letras que en realidad expresan otra cosa distinta a lo que son y que si no se borraran, si se toman unidas en una oración y no por sí mismas, forman una pregunta. El sentido de ¿Quién eres?, la pregunta, tanto como la respuesta están implicadas en esa duración efímera de las letras –que no son letras– en el humo.

Lo mismo pasa con una singularidad-múltiple que intenta embarcarse en la ilusión idílica de amarrar sus identidades a una simplificación descriptiva de sí. Un nombre, un apellido, un yo coaccionado a sentenciarse absoluto a lo largo del pírrico tiempo en que una singularidad-múltiple encarna una consciencia humana.

La pregunta, ¿Quién eres? Parte de la suposición de una posible respuesta que haga sentido. Demanda una simplificación. No hay un problema de negación de la multiplicidad en responder socialmente acorde a esa pregunta, el problema está en que nos imponen aprender a pensarnos desde esa simplificación. Aprendemos a negar nuestra multiplicidad desde que empezamos a integrar el mundo social. Tenemos una socialización mutilante de nuestras propias potencialidades, y lo más probable es que mucha gente muera criando singularidades-múltiples desde esta misma mutilación porque tal vez nunca aprendieron a desidentificarse de esa identidad absoluta.

La cuestión no es dar una respuesta normalizada a esa pregunta. La cuestión es responder sin saber que se está jugando a un juego de comunicación social. Cada vez que respondamos a esa pregunta –y cada vez que preguntemos esa pregunta–, deberíamos hacerlo con un guiño, un gesto de algo que nos permita identificar que estamos cumpliendo con un convenio social tan absurdo como no colocar los codos en la mesa, o como no comer un chocolate con cuchillo y tenedor.

La respuesta a «¿Quién eres?» no está dada en un documento de identidad. Ahí solamente se encuentra el privilegio o la desgracia del convenio de los Estados y las Naciones y las fronteras mentales mutiladoras del mundo. La respuesta a quién eres se responde igualmente con letras de humo que se superponen sin sentido formando oraciones que están conectadas sólo en esa duración efímera en la que eliges creerte tu propia narración de vida.


 

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